martes, 31 de diciembre de 2013

Entrada 365




Se está acabando el año y con él la andanza de esta ventana abierta a todos de la Parroquia de Ortoño. Por aquí pasan cada año algunas personas que son habituales, otras solo con motivo de alguna cosa que les interesa y otras que no les interesa nada pero por razones que desconocen vienen a este hogar de la Fe que quiere ser siempre San Juan de Ortoño.

 

En el vídeo de arriba se muestra una historia sobre la verdadera amistad. Me lo ha mandado Fuencisla, hace unos meses creo que hablé aquí de ella. Aunque como suelo cambiar los nombres no resulta fácil recordarlo. Lo que quiero contaros es que ayer quedé en Coruña con unos buenos amigos. Uno de ellos ya es sacerdote; y siempre será más joven que yo, aunque nada dado a la “vida social”. Entre risas se nos acercó un hombre de unos “treinta y algo años” ofreciéndonos pañuelos de papel. El sacerdote saludó a aquel mendigo de forma muy efusiva preguntándole: ¿Cómo te va?, ¿Cuántos hijos tienes?, ¿A dónde van a la Catequesis? Las respuestas os las imagináis.

Pues todo lo contrario.

Las respuestas fueron:

-Muy bien, Padre. Ganándome la vida como se puede.

-Tengo dos: Anita y Javito. Ocho y cinco años.

-Van a Catequesis a la parroquia de San Rosendo, aquí en Coruña.

Confieso, que no me esperaba un conocimiento por parte de aquel sacerdote tan exhaustivo de los mendigos. Me dijo que los conocía a todos. Y yo quedé pensando en que muchas veces por desgracia encontramos malos ejemplos en algunos hombres de negro (sacerdotes) y hacemos leña de los árboles caídos…debe ser por el ruido. Sin embargo es mucho más bonito ver crecer un bosque en silencio. En otras mesas; gente “solidaria” le dio algo (o nada?) para que desapareciese de su vista. No está bien visto esto en Navidad de andar mendigando.

Me gustó que este sacerdote; pese a que conocía muchas más cosas de aquel mendigo no le preguntó si el dinero se lo iba a beber o a malgastar en las máquinas o en droga. Tampoco se lo preguntamos a un “Baltasar” que trabaja de aparcacoches en la vía pública, ni a una mujer que arrastraba unos cartones y un pitillo por la calle buscando un sitio para pasar la noche.

No creo que seamos mejores que nadie. Noté que los demás transeúntes o las demás mesas del bar evitaban vernos…, no vaya a ser que nuestra actitud les comprometa a ellos. Agradeciendo a este joven sacerdote su enseñanza le regalo un poema de José Miguel Ibáñez Langlois, poeta chileno. Como suelo cambiar los nombres te diré el seudónimo por el que se le reconoce: Ignacio Valente. Creo que este poema lo tituló “Oficio” y habla del nuestro.

 

Soy cura
y qué
otros buscan perlas en el fondo del mar
o instalan ojos y oídos humanos en la estratosfera
yo trabajo en éste y en el otro mundo
yo tengo el poder de expulsar demonios de las computadoras
yo transformo leprosos en arcángeles
y mujeres de Lot en estatuas de sal
yo me visto como ni los mismos reyes para celebrar la Misa
yo hablo todas las lenguas de Pentecostés y algunas otras nuevas
yo soy la mano de Dios que borra los pecados más increíbles
yo soy el espejo de Dios que camina por la historia sagrada
otros tocan la flauta a las serpientes artificiales
yo resucito muertos
soy cura
y qué. 

 

Un año más me había propuesto escribir 365 entradas en el año 2013 y ahí os dejo esta última con un deseo sincero de que tengáis –ya seáis habituales o estéis de paso en este blog- un feliz año 2014.
Con afecto,
José Luis.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

D.José Luís, empezar un nuevo año cumpliendo los objetivos que se había marcado para el que finalizó, es empezar con buen pie.
Este video invita a que cada uno nos "testeemos" hasta dónde estaríamos dispuestos a acudir a la llamada de un amigo, ( interesante reflexión), por lo que me parece muy apropiado que lo haya colgado en el blog el último día del año , pues precisamente son el último día del año y el primero del que comienza, cuando solemos analizar nuestro interior con màs precisión.
Feliz 2014 para todos los lectores del blog y para el Pàrroco de Ortoño que ha conseguido que cada vez sea mayor el número de lectores fijos que el de discontinuos ( si se me permiten esos términos).

Fuencisla